Me despierto a las ocho porque anoche me acosté tarde. Salgo de casa a
las nueve y diez para tomar el autobús de las nueve y cuarto. Giro por una
calle y por otra. Trazo horizontales y verticales. Carrer Sant Isidor, Carrer
del Carme, Plaça Can Bergada (donde, una vez, unos chavales me gritaron: «¡Qué
pluma tienes!»), dos calles más, Carrer Jaume Isern. Espero en la marquesina.
La mujer que hay a mi lado me pone ligeramente nervioso porque no para de moverse
mientras habla por teléfono. Entro en el autobús y saludo al conductor; no me
responde; peor para él. Describir el contenido de la vida cotidiana tiene algo
de extrañamiento, de inconveniente. Desde pequeño, me he dedicado a enfocar los
problemas desde perspectivas que la mayoría de gente consideraba fútiles.
Llegué a creer que esa parte de mi carácter era algo de lo que debía
avergonzarme, puesto que me habían enseñado a interpretar mi alrededor con una
serie de conceptos que eran comunes a mis allegados y todo lo que supusiera
separarse de esa serie era percibido como algo peligroso. ¿Quiénes me enseñaron
esos conceptos? Tanto mis padres como mis profesores o mis compañeros.
Justamente algunos compañeros me rehuían porque me consideraban un pesado, porque
ponía atención en aspectos de las cosas a los que estaban desacostumbrados. No
pretendo decir que fui un niño especial, ya que no lo fui, sino que, desde muy
pronto, noté que había algo inquietante en aceptar el discurso hegemónico sin
más. Describiendo los detalles de la vida, los rescatamos de la ignorancia y
los deformamos suavemente.
Hoy es puente, pero tengo que ir a Barcelona para recoger un encargo en
unos proveedores del negocio de mis padres. La luz matinal es más
cinematográfica que nunca. La gente va al trabajo o se toma un descanso con un
café y un cigarrillo en las manos. Los plátanos de Gran Via tiñen la ciudad con
los tonos ocres del otoño. Me cruzo con un chico de melena larga, revuelta, al
que no se puede reconocer porque el cabello oscuro le tapa los ojos e incluso
los labios. Esta mañana, debería estar estudiando en casa, pero prefiero
infinitamente este paseo con destino determinado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario