Esto es solo
una convicción personal: muchas de las personas que desconfían del arte contemporáneo
y sus formas más innovadoras (expresionismo americano, arte abstracto,
etcétera) son misántropos. Su falta de fe en la voluntad humana (y la de los
artistas en particular) debe de estar relacionada con un cierto desprecio, con
un recelo ante las palabras y creencias de los demás. Para uno de estos
escépticos, en el mundo no hay más que hipócritas. ¿El arte? Una marmita en la
que estos hipócritas bullen aun con más furor.
El tema
salió en la clase de ayer de Historia del Arte. Quien lo planteó fue Irene, una
compañera del bachillerato humanístico que, dependiendo del día, hace un
defensa encarnizada del arte o se ríe del cine de autor y se sorprende de que
lo soporte. El profesor, Àlex, le respondió recordando sus tiempos de
estudiante: muchos de sus compañeros de estudios fliparon cuando viajaron a
Londres y vieron obras de Lucio Fontana, se mofaron de ellas; actualmente, la
mayoría de ellos son artistas, comisarios, directores de museos...
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