Día bastante vacío. Paso apuntes de la universidad a limpio,
hago una práctica de coche y empiezo, de nuevo, a leer a Proust. Mañana veré a
I después de días sabiendo poco, poquísimo de él, por lo que será un miércoles,
cuanto menos, agradable.
Veo The
Dreamers, dirigida por Bernardo Bertolucci, a las diez de la noche,
poco dispuesto a irme a dormir. Es un canto bello a lo irreflexivo y la
ambigüedad de la juventud, pero tiene un aspecto aséptico, como de película
financiada por las mayores productoras, que, a veces, me molesta.
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