Día de
estudio para mi treball de recerca sobre la escritura femenina y la mujer que se dedica a
la literatura en España hoy en día. Estoy tan convencido de que no aportaré
nada a un tema sobre el que tantas estudiosas han dado vueltas que, de vez en
cuando, siento como si me desmayara mientras leo. Es el desaliento, no sé. O
que he comido poco... más poco de lo normal, matizo. En realidad como en
cantidades que no son normales para alguien de mi edad. Adoro la fruta, devoro
piezas y racimos de tres en tres; es doloroso que siempre sea la temporada de
alguna fruta, porque eso significa que siempre hay algo que puedo llevarme a la
boca. Cada cosa que mastico es un peso de metal en mi estómago. Lo peor viene
después de los almuerzos, cuando me siento acalorado y, para mayor ahogo,
empachado.
Ayer acabé Los paseos por la frontera. Justo
después de poner el punto final, me descargué una canción para órgano y me
emocioné mirando por la ventana. Ahora son dos los manuscritos de novela que
tengo para entregar a algún editor: Belleza
tangerina y esto.
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