Días de poco movimiento. Voy al gimnasio, leo poco, bailo y
tomo el sol en la playa. Temo perder la seriedad que marca mi vida, pero, al
mismo tiempo, me parece un valor prescindible. El problema es que no sé cómo
quiero que sea mi vida y cada vez que la empiezo a construir de una manera
determinada acabo desilusionándome porque no cumple mis expectativas. Hace unos
meses, no me habría planteado el problema de cómo vivir en estos términos. Tengo
razones para creer que me he forjado un cierto malestar a base de olvidar lo
que me singulariza e intentar empaparme de los gustos de los demás.
Mañana operan a mamá. No está preocupada. A las once y diez,
me acuesto con la ventana abierta y las axilas sudadas. Solo estoy pasando dos
semanas de no hacer prácticamente nada: ¿por qué me cuesta tanto terminar con
los remordimientos? ¿Por qué dudo constantemente de que esté aprovechando el
tiempo, de que esté viviendo como es debido?
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