Anoche fui a
ver tocar a Pau Vallvé con María. Tan solo una guitarra, un looper y su voz. No necesitó más. Eso y
una flaca teoría del artista que explicaba entre canción y canción. Me llevaba
una mano a la cara, cuando lo hacía, e intentaba disimular la sonrisa que me
provocaba su estilo al hablar.
Los aplausos
del público no estuvieron a la altura del concierto, aunque ¿quién soy yo para
decir esto? Si siempre que aplaudo me doy cuenta de lo huecas que pongo las
palmas de las manos y eso impide que los golpes suenen lo más mínimo…
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