Este último
fin de semana he estado deshaciéndome de todo eso que guardaba en mi habitación
y creía innecesario. Cajas, cables, gadgets, libros… Solo han sobrevivido, de
libretas, las más recientes, y algunas que marcan mis primeros pasos como
escritor (y lector).
Cada vez
necesito menos para estar cómodo. De hecho, cuanto más tengo, más asfixiado me
siento. Si tengo pocas pertinencias, me será más fácil olvidar un lugar para
marcharme a otro. Todo esto favorecerá mi nomadismo. Además de solo desear
cosas pequeñas, nada que pueda quedar una vez muera.
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